Entre
corazones rotos, tormentas de desconfianza y lágrimas amargas aún me queda una
esperanza… pero, ¿una esperanza para qué?... ¿para confiar después de
convertirnos en dos desconocidos? Ajenos uno del otro, al cariño inmenso vivido
tomados de la mano y abrazados bajo la complicidad de la noche…
¿Una
esperanza para qué? Quizá solo para demostrarnos que nuestros caminos ya no
miran juntos. Para observar que nuestras miradas son opuestas y nuestros deseos
diferentes… Una esperanza quizá para seguir buscando culpables a nuestros
miedos y justificar nuestros errores ocasionados por la inmadurez de nuestros
pensamientos…
Quizá mi
esperanza sea solo yo; y tú para ti… Y si dentro de esta esperanza yo no fuera
yo, ni a ti no te diera tanto por ser como tú ten por seguro que seríamos un
nosotros porque lo que somos los dos ahora no es más que el pensamiento de lo
lindo que habría sido…
No hay comentarios:
Publicar un comentario