viernes, 21 de julio de 2017

El cazador

Su mirada envenena hasta el alma más salvaje...
Su cara tan delicada me hipnotiza como luz de luna…
Su cabello negro, sedoso y bello es un arma de endorfinas puro…
No puedo quitármelo de la memoria, me envenenó como una serpiente a la oveja…

Quiero ver su táctica más peligrosa, quiero que me estreche en su pecho, me enrosque en sus brazos y me deje sin aliento… Quiero ser su presa, la presa que desea a su cazador…

jueves, 20 de marzo de 2014

Cuando llueve...

Usted que ha visto mis ojos con la humedad de todos los días. Usted que sabe del tamaño de mi sonrisa y su color necesario… ¡Créalo! esta lluvia que ve no es más que el llanto de las almas tristes: mí alma…


miércoles, 19 de marzo de 2014

La despedida. Desde acá para ti hasta dónde estés

“El problema en el amor no es quitarse la ropa, sino quitarse el miedo”
“El amor es la única búsqueda donde, cuando uno, o una, según, encuentra, se pierde”

Del amor y esas cosas
Reflexiones de Don Durito de Lacandona

Ahí estabas tú: con tu cabello largo, tu coquetería de siempre y las prisas conocidas. Ahí estabas, mirándome, mirándonos, dándome algún tipo de instrucción institucional exprés porque estabas a punto de ir a comer. Ahí estábamos los dos sin saber que marcaríamos el inicio de una historia a partir de ese momento: a partir de ese 2008.

¿Qué historia? La que quizá nunca te conté hasta hoy con el alma necrológica y los pies encharcados. Esta historia entregada con el corazón y con las más puras y sinceras palabras. Esta historia que desde acá llamo mis miedos… mi verdad…


­­-- No me parece guapo -- solía decir yo cuando sobre la terraza ellas adulaban lo interesante y atractivo que era aquel hombre de ojos claros, barba tupida, sonrisa inquieta y piel transparente. Insistía: -- no me parece atractivo --…


Un día cualquiera tratando de controlar mi respiración después de una ardua carrera para evitar un retardo más, vi aquellos mismos ojos, esa misma barba, esa misma piel solo que al sentarme frente a él hubo algo más. Su mirada hizo que algo dentro de mí explotara, su cercanía provocó que mi piel se erizara y mi corazón intentara traspasar mi pecho. Él intentaba llamarme la atención por mi constante impuntualidad mientras yo grababa detalle a detalle ese momento que me regalaría infinitas alegrías pero también grandes tristezas.


Ahí estaba él con una camisa azul y una boina verde militar que adornaba su cabellera recién cortada. Ahí estaba yo: cuestionándome si era verdad el cúmulo de emociones sentidas. Ahí estaba yo con la piel chinita, las mejillas rojas y la cabeza incrédula de haber sentido un fuego ardiente al tocar su mano, un impulso arrebatador de lanzarme a él para robarle un abrazo. Ahí estaba yo cuestionándome qué me pasaba. Pronto supe que no debía hacerme ilusiones, pronto supe que esa piel le pertenecía a otra mujer.


Meses después tuve una semana crucial, mis amigos insistían porqué mi sonrisa se había apagado, porqué dejé de reír, incluso cantar. Lo que había resguardado hasta ese entonces como mi gran secreto, dejó de serlo, mis cercanos sabían que me había enamorado, cosa bastante curiosa que ellos lo supieran antes porque hasta ese momento algo dentro de mí se resistía a esa posibilidad.


Sola un domingo por la mañana -- intentado concentrarme como ahora -- el teléfono sonó: era él, llamando no para saber sobre mí, sino sobre sus programas que ese día estaban bajo mi responsabilidad. Si él al otro lado del teléfono hubiera visto lo grande que puede llegar a ser mi sonrisa, el brillo infinito de mis ojos y hubiera escuchado el retumbar de mi corazón al oír su voz, seguro se le hubiera subido el color a los cachetes y hubiera desviado la mirada… Ese día para mí no fue solo una llamada, ese día dejó de ser cualquiera: ese día yo sin saberlo me iba a enamorar profunda, infinita y alocadamente de ese hombre por más de una vez.


Sería aquel hombre el que me haría conocer el concepto de admiración hasta los huesos. Lo admiro no por ese cuerpo que me envuelve en un ardiente placer de deseos, lo admiro no por esa forma tan suya de hacer el amor y recorrer cada poro mío con su alma. No, no lo admiro por ello. Admiro a ese hombre que lucha por sus ideales, que deja el corazón por una causa justa y grita rebeldía ante la vida. Lo admiro porque no vende sus palabras, ni se deja comprar por todo el oro del mundo; el mismo que transmite paz cuando habla. Él que siendo un gran hombre, es el más humilde y sencillo ante mis ojos. Lo admiro por su inmensa verdad en la mirada, por su sinceridad y gran corazón. Admiro su inteligencia, su éxito (aunque él constantemente niegue tenerlos); admiro su locura, su paciencia. Porque se puede admirar sin amar pero lo contrario es imposible y yo a él lo amo profundamente.


Y quizá ha de preguntarse ¿cómo puede alguien decir que lo ama y criticar severamente lo que admira? ¿Cómo puedo negarme por principio a conocer la construcción de un mundo mejor? Porque sé que para él mucho de lo que entiende por amor pasa por ahí: por la lucha, la dignidad, el respeto, la igualdad.


¿Por qué lo hago? Por miedo, por inseguridad y por egoísmo. Porque no me asusta, ni me niego a la posibilidad que un día por elección vaya nuevamente allá, al corazón de la selva, a la punta de la montaña, a lugares donde nunca creyó que sus pies serían capaces de llevarlo. Lo que me aterra es la idea de pensar que su último aliento quedará con sus otr@s hermanos; y aunque él sea un hermano más que lucha con su autonomía , para mí ese hermano tiene nombre y apellido. Es por ello que la idea de perderlo me dobla, me duele, me quiebra tanto como ahora que dejamos de formar un nosotros.


Sí, mi pensamiento es muy egoísta y mi manera más cobarde de mostrarle ese miedo es atacando, intentando no que deje de ser lo que es, sino que no vaya a donde quiere ir. Y es por ello que cuando de su voz escucho que se puede ayudar y luchar sin necesidad de estar allá, cuando él insiste en formar mundos mejores a través de una cooperativa, él no sabe el alivio que inunda mi interior porque qué haría yo sin el hombre que me enseñó que el mundo es uno mismo y todos somos el mundo. El mismo que me gustó para futuro padre de los hijos que siempre me negué a tener. El hombre con quien soñé hacer una vida, una vejez. Y desde acá le pido perdón por ese sentir tan cobarde.


Quizá también querrá saber porqué le respondía mal cuando me hablaba, por qué intentaba tratarlo con indiferencia, por qué intentaba no prestarle atención, por qué me alejaba de él pero sobre todo por qué lo criticaba de manera constante… por qué sí, me dolía aún, porque no tuve la madurez que él para olvidar, para sanar. Porque esa era la forma más absurda de castigarlo, de reflejar mi sentimiento vivido meses atrás, porque nunca le hice cara a esa verdad, a ese dolor y solo la oculté como a un perro rabioso esperando saltar al menor descuido. Pero de algo sí estoy segura: esto que ya no quisimos (quiso) enfrentar no fue una constante en nuestra relación, no, fue a partir de aquel noviembre donde nos descubrimos engañados porque antes de ese onceavo construíamos la mañana al despertar, corrompíamos con dogmas cada espacio, inquietábamos a la noche con nuestro deseo mas carnal y erótico; antes de ese onceavo oxigenábamos el aire con nuestras palabras, desgarrábamos el velo del verano con nuestras risas; antes de ese onceavo éramos la mirada de siempre, la mirada de esa pareja que construía un nosotros, un todo.


Y hoy puedo entender que él me amaba de la manera más pura. Porque amar no es intentar convertir al otro en uno. Él me amó de la manera en la que nadie me había amado antes porque nunca quiso poner expectativas en mí como yo en él. Su amor tuvo la capacidad y disposición para permitir que yo fuera lo que elegí ser. También querrá saber por qué no tuve esa capacidad, porque él no se teme como yo. Porque él se conoce. Porqué él se ama. Porque carezco de esa seguridad en mí, porque no me siento importante, ni con intelecto, porque no reconozco lo que soy y por ello quizá tengo la necesidad de convertir a los demás en mí. A que los otros refuercen mí valor. Y al no estar segura de mí, tambaleaba, temía no poder seguir el hilo de una conversación con su círculo de amigos. Temía no estar a su nivel, no tener algo más que decir para él.  Sé que lo privé de su  individualidad. Y espero que no le resulte difícil entender que lo que me gusta de él son precisamente esos rasgos que nos diferenciaron desde un principio y que lo convierten en la persona que es.


Perdón le pido por no entender que él era un universo con sus propios gustos, con sus propias decisiones. Un universo que ha aprendido a lo largo del camino de acuerdo a su experiencia. Porque esas expectativas de las que hablo, ahora sé, que nunca debieron existir porque yo me enamoré de él tan cual es; y si intenté convertirlo en alguien más fue por aquella inseguridad mía, porque las parejas no estamos para cambiarnos sino para dejarnos ser y hacer juntos algo diferente. Porque no se trata de tener a alguien que haga lo que deseas, se trata de aceptar el libre albedrío del otro. Y ahora me pregunto por qué me empeñé en pasarla mal viendo lo que no hacía cuando pude pasarla bien y disfrutar lo que yo hacía a su lado. Porque después de todo no es que él no me quisiera.


Y con esta alma rota que escurre permanentemente a través de mis ojos, recordé sus palabras: “el amor no condiciona, deja ser, deja tomar decisiones” ¡Cuánta razón tenía! por eso, cuando él esté listo quiero invitarlo a arriesgarnos, a hablar, a desnudarnos, a hacernos vulnerables aunque sintamos que nos quebramos, porque los seres humanos fuimos hechos débiles para necesitarnos unos a otros y poder amarnos. Porque el amor no es mirar todo con los mismos ojos o no pelear nunca. El amor es la voluntad de volver a construir tras derrumbes, de renacer tras incendios, de salvarnos juntos. El amor es ver pasar el tiempo por nuestros rostros, por nuestros ojos, por nuestras manos pero nunca por nuestro inmenso amor.


Para mí nuestra separación es un proceso de duelo, una separación que me duele infinitamente, una separación que implica un trabajo individual para ambos, sin embargo, para mí esta ruptura no es sinónimo de fracaso o decepción es una oportunidad para valorarlo como nunca antes lo había hecho, una oportunidad para demostrarle no con promesas sino con actos lo nuevo que le puedo ofrecer porque ahora sé de mis errores. Porque quiero hacerle guerra a esta realidad. Quiero hacer con él lo que la primavera con los cerezos y encontrar en él la perfección que complemente mi imperfección.


Y hoy puedo decir que si aquel agosto cuando lo conocí recargado sobre un escritorio diciéndome: “cualquier duda que tengas pregúntale a Edna” alguien me hubieran dicho que iba a terminar alejándome de sus manos, de sus ojos, de su piel, de su amor, igual recorrería todo el camino completo para amarlo como lo amo, para esperar un sí, una oportunidad. Y si aquel momento no llega tendré entonces que nacer y existir de nuevo para valorar que está mejor sin mí que conmigo.


"Te espero cuando miremos al cielo de noche:
tú allá, yo aquí, añorando aquellos días
en los que un beso marcó la despedida,
quizás por el resto de nuestras vidas”


Benedetti

sábado, 28 de diciembre de 2013

El toque final

“Oh vida, copa clara, de pronto te llenas de agua sucia, de vino muerto, de agonía, de pérdidas, de sobrecogedoras telarañas, y muchos creen que ese color de infierno guardarás para siempre…”

Y entonces comienza la cuenta regresiva para volver a recibir otras 365 oportunidades para amar, reír, abrazar, aprender, caer y volvernos a levantar… porque el año nuevo es solo eso: otra gran oportunidad que nunca termina por ser suficiente.

Antes de su despedida final quisiera agradecer, no por lo que me deja, sino por lo que fui capaz de construir y destruir. Me agradezco las cosas hechas por impulso. Aprendí de la decepción vivida y de la terrible sensación de decepcionar. Me permití gritar, saltar y cantar de tanta felicidad. Hice juramentos eternos perdidos en la sombra del silencio y del tiempo. Gané, perdí pero sobre todo viví.

Este año me dejó tanto aprendizaje en cada una de sus oportunidades. Me uní más a mí madre a quien agradezco y admiro infinitamente su fortaleza por aceptar, reconocer pero sobre todo por actuar y permitirse liberar de aquellas cenizas del pasado aferradas tormentosamente en el ahora. Ambas sabemos lo difícil del camino pero no existe uno tan rocoso mientras estemos tomadas de la mano.

A ti padre, mi súper héroe de carne y hueso, con quien todavía mi corazón siente deudas pendientes y a quien en persona no podría decir esto sin antes traer la cara mojada y los zapatos encharcados de tanta lágrima, quiero que sepas (aunque lo sabes): eres el hombre al que más amo en la vida. Te idolatro por tu nobleza tan inmensa. Te respeto pese a que la palabra no sea tu mejor arma. Y aunque este año hayan cambiado tantas cosas nuestro amor no sufre porque la fortaleza que nos une es la misma que nos permite adaptarnos.

Al más pequeño, por lo menos siempre ante mis ojos,  eres esa cosa que llegó a cambiar mi vida cuando yo tan solo tenía ocho. Eres mi peor vicio, mi mejor maestro. Tienes la palabra justa en el momento menos oportuno para robarnos tantas carcajadas. Soy yo la que aprende de ti y no deja de maravillarse por las capacidades natas que te llevarán a la grandeza. No pierdas nunca el suelo porque aunque de las caídas se aprenda, la soberbia y arrogancia no dejan más que veneno en el alma. Te amo mi hermano.

A mis nuevos amigos y a los entrañables, con cada uno de ustedes he pasado grandes momentos. Momentos que me llevo del 2013 y anhelo para el siguiente. Niñas edición, ustedes son el privilegio de la diversión y el conocimiento en conjunto. Nunca pensé que entre mujeres se trabajará tan bien como con ustedes.

Laura, eres como la mamá buena onda: cuando menos lo esperas te sientas en la seriedad y de pronto explotas en la diversión. Admiro la sencillez con la que te desprendes de las situaciones, de todas aquellas circunstancias que recaen en tu lista de banalidades. Gracias por tomarte el tiempo para escuchar.

Montse, no eres más que un misterio. Tan tierna por fuera y tan fuerte por dentro. Reconozco infinitamente las agallas que tienes para hacerle frente a las dificultades que se te presentan. No le temes a nada, todo lo encaras y aunque no sea el resultado que buscas, siempre obtienes uno. Quiérete harto nena, el amor propio es el más valioso.

Mayra, qué te puedo decir que no sepas ya. Encontré en ti a una persona valiosa. Eres una mujer dispuesta a querer sin condiciones, tu sencillez es tu principal característica. Sé que tienes un gran futuro, no dejes que nadie rompa tus sueños y cuando sientas miedo solo recuerda tu grandeza.

Mirna, nena eres un ángel. Eres la ternura andando. Tan hermosa por fuera y por dentro. Siempre tienes una sonrisa hasta para los momentos más gélidos del día. Agradezco mucho haberte conocido pero sobre todo haber forjado está amistad que amenaza con más cosas venideras. Muchas gracias Mir por siempre tener una palabra tan oportuna para los momentos en los que el corazón se quiebra, en los que se hace añicos. Tienes una fortaleza increíble y admirable. Te quiero.

Yesica, híjole mujer, contigo las palabras sobran o mejor dicho faltan. No sé cómo expresar esta gratitud que tengo para contigo, más allá de lo profesional, quiero que sepas que eres una de mis mejores amigas. Sigo pensando que nuestros caminos se unieron de nuevo para hacer cosas grandiosas. Reconozco y admiro tu sinceridad, sin importar lo difícil que pueda ser entenderla, ésta esa es una de tus tantas virtudes y aunque a veces sea tan cruel como el chillido del unicel atravesado por un cuchillo de verdad la agradezco.

Reyna, mí querida amiga. No sé cuántos años hemos caminado juntas, a distancia. Nuestro amor no necesita de mensajes diarios o visitas semanales para saber que estamos ahí, vernos nos sirve de pretextos para abrazos eternos. Gracias por la calidez de tu amistad. Gracias por no perderte en el camino y no dejarme perder. Gracias por todas esas charlas que nos abrazan en la madrugada, gracias por compartir tu hogar y hacerlo sentir como el mío también. Tienes un conocimiento impresionante y sé que sabrás cómo explotarlo porque eres una mujer tan completa.


Gabby, hace trece años de habernos conocido, de haber tomado caminos distintos, esos mismos años que nos vieron crecer, reír y llorar ahora son los que cambian nuestras vidas. Tú elegiste el mejor de los regalos: la maternidad y pese a la distancia física pero no sentimental a la que nos hemos orillado nuestra amistad sigue vigentes a través de los mejores recuerdos guardados en mi corazón. Solo tuvimos una oportunidad de vernos pero ya nos desquitaremos, tengo que conocer a ese bebé que está tan hermoso como luna llena a media noche.

Melina, llevamos tan poco de conocerlos pero pareciera como si hubiésemos estado antes, en otro momento. Gracias por abrirme las puertas de tu casa y de tu vida. Eres una chica con grandes talentos, lo más admirable de ti es esa sencillez que no te abandona, esa sencillez que te convierte en la gran estrella que eres. Esto que apenas se escribe tenga tanto por contar.

Arturo, no puedo siquiera ver (escribir) tu nombre sin antes sentir este nudo en la garganta. Te quiero, te amo… y aunque nuestros caminos por ahora sean tan inciertos quiero agradecerte todos aquellos montones más que juntos pasamos, en los que reímos, compartimos, caminamos tomados de la mano esperando la nada o quizá el todo. Gracias por haber decidido compartir parte de tu vida conmigo. Gracias por las conversaciones en nuestras miradas y también por los silencios. Por las promesas cumplidas y por aquellas perdidas en el viento. Gracias por estar y por el resto del final que quién sabe cuál será…

Ahora sí me extendí pero no quería dejar pasar la oportunidad. Gracias a todos y a cada de unos de ustedes con quien sabrá la vida si seguiremos escribiendo historias juntos.

Gracias por entender todo lo que implica ser yo.

Por estos 20 años de cariño.

Por todos aquellos momentos que liberan el estrés laboral.

Todo un placer conocerte. 
Gracias por tejer conmigo esta amistad.

Por todo este camino recorrido juntas.

Convencida estoy de los años 
que aún caminaremos juntas.

Nuestro cariño no tiene fecha de caducidad.

Anduve buscando aquella foto nuestra 
con la luna de papel hermosa pero no la encontré...

Por esta historia aún con puntos suspensivos.

lunes, 23 de diciembre de 2013

Oquedad invernal

Los mudos no gritan, los sordos no ven la música. Los suspiros y los besos no se reciclan… No sé da el mismo beso, ni el mismo abrazo… no se ama igual… Las cinco letras con las que se escribe tarde, no se puede escribir ahora... El amor que fue, ese ya nunca vuelve.


Porque como diría Neruda: “La poesía nace del dolor. La alegría es un fin en sí misma”…

jueves, 19 de diciembre de 2013

De las dudas para el corazón

Entre corazones rotos, tormentas de desconfianza y lágrimas amargas aún me queda una esperanza… pero, ¿una esperanza para qué?... ¿para confiar después de convertirnos en dos desconocidos? Ajenos uno del otro, al cariño inmenso vivido tomados de la mano y abrazados bajo la complicidad de la noche…

¿Una esperanza para qué? Quizá solo para demostrarnos que nuestros caminos ya no miran juntos. Para observar que nuestras miradas son opuestas y nuestros deseos diferentes… Una esperanza quizá para seguir buscando culpables a nuestros miedos y justificar nuestros errores ocasionados por la inmadurez de nuestros pensamientos…


Quizá mi esperanza sea solo yo; y tú para ti… Y si dentro de esta esperanza yo no fuera yo, ni a ti no te diera tanto por ser como tú ten por seguro que seríamos un nosotros porque lo que somos los dos ahora no es más que el pensamiento de lo lindo que habría sido…