lunes, 14 de marzo de 2011

Las mujeres de mi vida

Ustedes, quienes han dejado un pedacito de su alma en mi, muchas felicidades. (Este texto lo escribí el Día Internacional de la Mujer, antes de crear el blog)

A ti Celene, gracias por los desencuentros cuyos reencuentros están llenos de pláticas inagotables. Por los silencios de la reflexión. Por ser mujer, amiga y por decidir serlo conmigo. Gracias por ese hombro que acompañó mi llanto. Por las carcajadas en los tiempos difíciles y las banalidades cotidianas. Por los mensajes esporádicos que se presentan con las ganas de compartir, de seguir siendo, de existir.

Gabbyta, gracias por tantos años compartidos. Por el tiempo que caminamos juntas. Por la distancia que aviva el amor y la confianza. Por seguir aquí con destinos diferentes. Por el enigmático momento que nos unió y la sonrisa incrédula culpable de esta amistad. Por aceptar ser mi familia y convertirme a mí en la tuya. Por ser mi primera mejor amiga.

Reyna, por tantas atenciones no siempre correspondidas. Por los paseos nocturnos que fatigan el cuerpo, pero hidratan el alma. Por cada sonrisa, abrazo y lágrima compartida. Por buscar la forma de no perderme en el camino. Por todo eso y muchas cosas más, gracias.

Lucy, inicialmente por ser una excelente compañera. Hoy, por ser mí amiga. Por la forma tan tuya de acercarte a las personas. Por ser tú aquí y con todos, por no vivir con poses ni antifaces. Por hallar en mí la forma de querer sin conocer. Por sacar el lado más coloquialmente folklórico apenado en mi mente. Por ser tan neta.


Yesica, por aparecer cuando tu nombre ya no yacía en mi mente pero que ahora anida en mi corazón. Por escuchar y tratar de entender cada palabra que emana de mi ser sin el proceso del raciocinio previo requerido.  Por no tratar de entender mi locura y tampoco juzgarla. Por el manual no escrito de cómo ligar el corazón con la cabeza. Por el abrazo y la promesa de un mañana mejor, gracias.

Por último, pero no menos importante, a ti Julieta: por ser la amiga que se convirtió en hermana. Por los pasos más inciertos y los más certeros. Por secar las lágrimas con el consejo de la esperanza. Por sanar la herida con el dolor de la verdad. Por las palabras de aliento. Por creer en mí cuando yo había dejado de hacerlo. Por la dosis extras de sonrisas. Por enseñarme que lo único que nos pertenece es aquello que no perdemos en un naufragio. Por armar un nosotras. Por nunca dejar de extrañarnos, pese a todo. Por partir de cero. Por servirnos de la ausencia como pretexto para largos abrazos. Por las palabras calladas. Por la conversación en la mirada. Por la promesa no cumplida. Por estar y partir...

Y para todas aquellas mujeres no presentes pero existentes en mi vida. Por las que ya no caminaron a mi lado, ni a distancia pero que recuerdo con mucha gratitud.

Gabby, por los años compartidos.

Lucy, por tu sinceridad.

Julieta, por acompañarme
en la incertidumbre de mi camino.

Reyna, gracias por convertirte
en una gran amiga.
Celene, por lo que nos falta recorrer.

Contigo siempre es la primera vez

La forma del comienzo tercamente escondida detrás de los finales...